Bueno, bueno, bueno... ¿alguna vez habéis soñado vivir en un rascacielos de lujo a las afueras de Londres? Uno que tenga piscina, supermercado, restaurante, peluquería, terrazas con vistas impresionantes, guardería y parques para los niños. Uno que disponga de todas las comodidades y lujos y pueda considerarse una pequeña ciudad en sí mismo. Pues ese es precisamente el escenario de nuestra novela, un enorme rascacielos de 40 pisos con vistas a Londres.
Pero claro, no todos los apartamentos pueden ser iguales. Los de las plantas bajas son los peores, puesto que están más cerca del suelo. A medida que subimos las plantas sube también el caché y la clase de sus habitantes. Aunque todos pueden considerarse de clase media. Y a este lugar se traslada Robert Laing, un médico que trabaja en una escuela de medicina cercana. En un principio las cosas van bien pero poco a poco los vecinos comienzan a realizar pequeños ataques mezquinos entre ellos. Ataques que cada vez van a más.
Rascacielos es una apología a la violencia, al descontrol y al desfase. Es la ciudad sin ley y nos lleva a cuestionar que es lo que realmente mantiene a los ciudadanos cívicos. ¿Será verdad eso de que si no hubiera policía nos volveríamos todos violentos? Esta novela nos permite analizar ese lado más salvaje y brutal de las personas. Me ha resultado interesante analizar la trama como si se tratara de un experimento sociológico y lamentablemente creo que el autor no se ha alejado demasiado de la realidad.
La lectura en algunas ocasiones me ha resultado lenta, aunque no se me ha hecho pesada por ello. Creo que es un libro que hay que leer con calma, teniendo claro que es lo que vamos a encontrar. Tiene escenas escatológicas y violentas. Tiene momentos dramáticos sin dejar de estar toda ella recubierta de una cínica ironía. Me ha parecido una novela sorprendente y muy distinta a lo que suelo leer y sólo por ello ya me parece recomendable.
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