Hace 8 días fue tu cumpleaños, mi querido ex-mejor amigo.
Aunque ya ni recuerdo la última conversación que tuvimos de verdad... ¿Puede ser aquella por teléfono mientras yo aguantaba las lágrimas?
Si hubiera sabido que sería la última, quizás habría sido más sincera, quizás te hubiera dicho lo importante que eras para mí, lo feliz y comprendida que me había sentido a tu lado todos esos años. Y es que la conexión que tenía contigo no la sentía ni con el que entonces era mi pareja.
La verdad es que ya no me duele que decidieras dejarme de lado, ya no me duele que en un momento tan difícil no tuvieras ni 30 segundos para escribirme. Me da rabia porque pensaba que éramos más reales, ¿pero dolor? Ya no.
Lo malo es que a veces, sin previo aviso, tu recuerdo me asalta. Y me pregunto si tú también piensas en mí.
¿Alguna vez entras aquí?
Desde que no hablamos tengo la duda de si pasas por aquí, de si me lees y de si apuntas alguna de mis recomendaciones (si estás aquí, de verdad deberías leer la Trilogía de Siala y La Canción secreta del mundo, son geniales).
Y quiero decirte que no, no olvidé tu cumpleaños. Que no, ninguno de los dos lo hicimos bien (pero para que engañarnos, tú lo hiciste peor ¿pero que más da?). Que sí, te deseo lo mejor del mundo porque te quiero (y sí, hablo en presente siendo consciente de ello). Y que no, no me importa el tiempo que haya pasado, no voy a ir a buscarte nunca más.
Porque querido, no me queda confianza en nosotros. Conozco el valor de la amistad, sé lo difícil que es entrar en armonía con una persona y lo que escasean esas personas a las sin compartir sangre, sientes como tuyos.
Eras eso para mí. Siempre tuve claro que podía confiar en tus manos. Hasta que llego el momento y me encontré simplemente el silencio. Un silencio vacío. Y en eso se convirtió nuestra amistad.
Me han dicho que te juzgué mal, que lo nuestro fue unilateral y que sólo yo valoraba nuestra amistad.
Y entonces yo recuerdo aquella noche en la que bebiste y en aquel balcón rompiste a llorar. Recuerdo tus ojos azules que me miraban y que me traspasaban y aún escucho tu voz diciendo: Tengo mucho miedo, porque un día te darás cuenta de como soy y me dejarás solo. No quiero perderte. No puedo.
Y ese día te hice una promesa a ti y me la hice a mi misma. No te dejaría.
Cuando noté tu silencio y tu ausencia pensé que era imposible, que éramos amigos de verdad, que nuestro cariño era de verdad.
Hoy me doy cuenta de que fui yo quien aquel día malentendió tus palabras. Tú antes de nosotros habías estado siempre solo. Yo te arrastré con nosotros, te introduje en un grupo de amigos y te sentiste parte de algo. Pero lo importante para ti no era mi persona, lo importante era mi función, mi papel en tu vida. Por eso a los dos días de tener novia, simplemente, me dejaste el silencio.
Es tan patético que hasta me da vergüenza, de verdad. No me lo tomo como algo personal porque no sólo desapareciste de mi vida, lo hiciste de la de todos. Nos fallaste a todos. Pero te diré algo que es aún más triste para los dos: sólo me importó a mí. Porque los demás ya sabían como eras y no tenían mayor implicación contigo (triste para ti) y yo fui la única que se creía tu amistad (ya, tan lista que me creo y me la metiste doblada durante 4 años). En fin.
Podría terminar ésto diciendo que a la larga la vida te pondrá en tu lugar y te quedarás terriblemente solo mientras que yo siempre estaré rodeada de gente que me quiere (por el karma, ya sabes que me lo creo a pies juntillas). Pero no nos engañemos, la verdad es que no te deseo ningún mal porque como ya he dicho, te quiero. Mi amor siempre fue real y aunque lo cierto es que no te quiero en mi vida, te sigo queriendo.
Aunque si reconozco que tengo un pensamiento perverso, espero que me recuerdes, espero que nunca encuentres otra amiga como yo y espero que un día de pronto te des cuenta de que lo que había entre tú y yo era valioso. Era valioso y era especial. Espero que te des cuenta de lo difícil que es encontrarlo. Y entonces, cuando en tu racional mente se abra paso ese pensamiento como una verdad absoluta, te lamentes.
Y espero que lamentes mi pérdida, espero que te sientas culpable por fallar de una forma tan terrible y miserable a una persona que te quería sinceramente y siempre estuvo ahí para ti.
Si hoy me preguntan si me arrepiento de haberte dado tanto de mí, la respuesta es sí. Puede sonar a rencor (y seguramente lo sea, para que mentir), pero me arrepiento de haber sido tan sincera como fui, de haberte entregado mi tiempo (por dios, el tiempo es lo más valioso que tengo para entregar a otra persona), me arrepiento de prácticamente todo. Porque los buenos momentos no me compensan lo duro que me resultó ver la verdad y perderte. Tampoco soy tan generosa como para darme sin esperar nada, te esperaba a ti a cambio. Y una parte de mí te detesta por ello, por hacerme sentir arrepentimiento.
Y te diré una verdad que seguro no te imaginas. Seguro que pensaste que todo mi cabreo y obstinación por no buscarte era orgullo. La verdad es que tenía miedo. En aquel momento comenzaba a entrever lo que ahora veo con total claridad, que nuestra amistad siempre significó muchísimo más para mí que para ti. Y estaba aterrada de que esa verdad me aplastara. Mi vida se estaba desmoronando en aquel momento. ¿Como encajar además tu golpe? Simplemente no podía y escogí la opción que menos me dolía. Enfadarme contigo por haberme fallado. La ira muchas veces es lo que mejor aplaca el dolor. Así que me encerré en una coraza de rabia y de ira contra ti, y por eso no acepté tus disculpas. Por eso corté todo. La confianza ya había muerto. ¿De que me servía que me pidieras perdón cuando la puñalada ya la habías dado?
Ahora esa coraza de ira ya no está y ha servido para que el tiempo mitigue el dolor. Doy su cometido por cumplido.
Ésto ha sido un momento de sinceridad, no lo confundas con debilidad o con una llamada para entablar conversación contigo. Te aseguro que estás dentro de mi caja de recuerdos bajo 7 candados. Pero fue tu cumpleaños. Y es el primero que no paso a tu lado, de alguna forma necesitaba sacarlo. Ya sabes como soy, de sentimientos fuertes y a veces ni los 7 candados son suficientes para encerrar ese amor que te tengo y escondo para que poco a poco se vaya muriendo de hambre.
Así que felices 25 años.
De tu ex-mejor amiga.